Los Māori son el pueblo nativo de Aotearoa, Nueva Zelanda, y tienen una conexión cultural con su taonga (tesoro) Manuka. Los Māori son tangata whenua (gente de la tierra), responsables de proteger este tesoro para las generaciones actuales y futuras.
La leyenda Maorí sobre el origen de Manuka:
Los Maori creen que todo desciende de los dioses. Hombres, tierras, naturaleza y también objetos hechos por el hombre pueden contener Mana o poder espiritual. Es por ello que los Maori mantienen un fuerte lazo espiritual con su tierra y algunos lugares pueden tener un significado cultural y sagrado para ellos.
“Ranginui (cielo) y Papatuanuku (tierra) estaban unidos en un fuerte abrazo de oscuridad. Dos de sus hijos, para descubrir la luz, separaron el abrazo de sus padres: Tane Mahuta (el dios del bosque) y Tangaroa ( el dios del mar). Una vez separados los dioses Ranginui (cielo) y Papatuanuku (tierra) ambos asumieron su posición actual. Después de la separación, Papatuanuku (tierra) había quedado desnuda y vulnerable, por lo que Tane Mahuta (dios del bosque) la cubrió con árboles y adornó a Ranginui con el sol, la luna y las estrellas. Tane Mahuta introdujo todas las especies de árboles nativos, aves e insectos. Uno de estos árboles, nacido de su unión con Tawake-Toro, fue el Mānuka, con su follaje denso y espinoso, delicadas flores blancas y polen único.”
Por ello, desde una perspectiva maorí, Manuka no es solo un nombre, sino la genealogía misma del pueblo maorí. Mānuka se considera un taonga, o tesoro, del cual los maoríes son considerados los kaitiaki (guardianes).
Las propiedades de la miel de Manuka
Derivada del néctar de un arbusto nativo (leptospermum scoparium), la miel de Manuka despertó el entusiasmo entre los expertos en salud desde principios de los años 80, cuando un científico local confirmó por primera vez las grandes propiedades antimicrobianas únicas que posee.
Los Māori la usaban principalmente como planta medicinal. Las infusiones hechas con las hojas se utilizaban para reducir la fiebre y tratar problemas estomacales y urinarios gracias a su capacidad antibacteriana. La goma producida a partir del árbol se utilizaba como humectante para quemaduras por su alta capacidad de regeneración de tejidos y para aliviar la tos. Las decocciones de la corteza se utilizaban como sedante, enjuague bucal y para tratar la diarrea y la fiebre.